sábado, 27 de noviembre de 2010

DESTACADOS

El jueves 25 de noviembre,
a las 18 hs., en la Academia
Argentina de Letras, le harán entrega
del Premio a la trayectoria literaria
al poeta Héctor Miguel Ángeli.











SIGNOS ROTOS


¿Quién es un poeta?
El que reparte el fuego,
el domador,
el niño de la calle?
Miremos la luz:
agitada por la mariposa
más visible nos parece.
Su congestión vivimos.


De un poeta sólo sabemos
que muere si no arde.


De: “Una mariposa en la lámpara”
-Buenos Aires-

              Palabras leídas por Héctor Miguel Ángeli, en la Academia Argentina de Letras, con motivo del Premio de la Poesía otorgado este año 2010.


      Todos los premios pueden ser una gran equivocación o un gran acierto y al premiado le cuesta ubicarse en alguno de los extremos. De ahí que un premio siempre produce un poco de desazón; además de la natural alegría.   Pero más allá del premio hay un motivo mayor a todos los que sostienen esta reunión y es el que supone una marcha y un destino. Hay un motivo  que creo yo impone nuestra presencia: defender una manera de vivir que queremos mucho y que no estamos dispuesto a abandonar fácilmente. Esta manera de vivir es la poesía e implica, ciertamente, una lucha para afianzar la bondad y la belleza en los hombres. Si es necesario volver a los orígenes para rescatar esa pura llama de la vida que hoy perdimos en tantos vanos y bochornosos incendios, nada más propicio que habitar en la poesía.
    La significación actual de la poesía reside en su resistencia, en estar presente, en permanecer a pesar de todo, en no darse por vencida. No escribiría un solo verso más si no estuviese convencido de que la actitud de la poesía es fundamentalmente ética. Si bien en todas las épocas la poesía ha servido para atestiguar: la belleza existe y el espíritu sopla siempre sobre ella, no puedo separar ese testimonio de la lucha por la verdad y la justicia, una lucha que a pesar de sus pobres resultados se enriquece cuando nace un poema. Tanto los poetas como los que viven en estado de poesía buscan, quieren y necesitan la dicha de los demás. Esto implica una rebelión que, acaso, es simplemente un sueño, pero no se concibe la poesía sin rebelión, como no se concibe el paraíso sin el ángel maldito.
   Quisiera mías las candorosas palabras de Massimo Bontempelli cuando dice que el aliento de la poesía es” esa memoria oculta del cielo perdido” .Y cuando agrega: “Volver al cielo es acoger de nuevo en nosotros las remotas virtudes que aprendimos en nuestra niñez celeste, creer es aquello que Dante llamó: el otro /dulce tiempo nuevo, cuando en la tierra/ llueve amor desde todos los cielos…
   Esta candorosa imagen de Bontempelli nos señala, aunque veladamente, la sabia obediencia de la poesía, la que induce a ser un combate, un combate de grandes solitarios que avanzan en silencio, a pesar de vibrar en las palabras.
  Por último, diré que me resulta imposible mirar mis verso desde arriba. Desde abajo, los veo como una forma de mi debilidad para estrechar la grandeza del mundo.


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